El pasado.
El presente. El futuro.
La Muerte.
La Fuerza. El Emperador.
Dakotah
Flemming no creía que las cartas del tarot extendidas delante de ella fueran
verdad. Porque a pesar de que la predicción de la pitonisa de un hombre en su
futuro, uno diferente a cualquier otro, la había llenado de preciosos segundos
con anhelo y esperanza, no podía permitirse el lujo de tales emociones. Corría
del pasado, de un enemigo que estaba decidido a verla muerta. Y por mucho que
el lobo con quien compartía su piel pudiera desear a un compañero, Dakotah no
tenía ninguna ilusión de que tal cosa fuera posible.
Domino
Santori no tenía intención de tomar novia, de convertir a su compañera en la
kadine de un vampiro. En cambio, veía un futuro lleno de una cadena
interminable de mujeres para satisfacer sus necesidades. Pero el lobo que era
parte integral de él tenía una idea diferente. Y su voluntad combinada con el
Calor y el Hambre de su raza pronto harían que Domino deseara a Dakotah tan
ferozmente como una vez había deseado su libertad.
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