Había ido
a Veracruz para curar su alma. Cuando el agua cálida del golfo la rodeó por
fin, sintió los movimientos y las caricias del mar en su cuerpo. Y, de repente,
él estaba allí, ante ella; era un extraño, bronceado y musculoso, bello y
masculino, con una sonrisa resplandeciente y cálida. Ella le devolvió la
sonrisa y él se acercó. Al instante estaban acariciándose, explorándose el uno
al otro mientras el mar los envolvía. Durante aquel atardecer descubrieron
nuevas cimas de placer y pasión. No se dijeron sus nombres, y pronunciaron
pocas palabras… Y sin embargo, nada volvería a ser igual para ninguno de los
dos.https://uii.io/2syKzoGC3K
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