Zane
todavía se está acostumbrando a vivir bajo el dominio del dragón. Escapó de los
vampiros para no tener que ser gobernado, pero ahora está aquí, obligado a
sacar lo mejor de su nueva situación, incluso con las pesadillas de un pasado
traumático y un dragón molesto y guapo, que parece decidido a nunca dejar a Zane
solo.
Se suponía
que Marxus solo debía vigilar al nuevo humano, para asegurarse de que fuera
confiable, pero se convirtió en mucho más que eso. Marxus ve un dolor más
profundo dentro del ser humano, algo que no será domesticado tan fácilmente, y
quiere estar allí para él. Quiere a Zane para sí mismo, si Zane puede dejarlo
entrar.
La casa no
es segura, y cuando un viejo enemigo viene en busca de venganza, Marxus le
demostrará al humano que puede confiar en otra persona, que Zane puede confiar
en Marxus para mantenerlo a salvo. Y amarlo.
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