Tokio le
parecía mágico… pero solitario. Así pues, cuando Steve, el objeto de sus
fantasías sexuales, se ofreció para enseñarle lo que los turistas no veían
nunca, unos escondites eróticos conocidos como "hoteles del amor",
ella aceptó con entusiasmo.
Aquellos hoteles estaban diseñados para satisfacer
discretamente las fantasías más desenfrenadas de sus clientes, y ofrecían un
alojamiento muy especializado. Muy pronto, ella descubrió unas cotas de
sensualidad y placer que le resultaban desconocidas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario