Los sueños
a menudo pueden parecer reales, pero el despertar suele acabar con la ilusión.
De las
imágenes borrosas que persiguen su mente, Roshelle extrae de sus sueños la
presencia muy definida de un espectro onírico. Pero Roshelle no es una cobarde
y no se asusta de un sueño. Le da la bienvenida para poder mirar a su monstruo
a la cara. Sólo que, en lugar de una bestia, encuentra a su alma gemela.
La mente
de Jared Campbell está entrenada a la perfección. Tiene cuidado de tocar la
mente, pero no la memoria, hasta que Roshelle lo recuerda. Por mucho que la
vida de Jared no permita su creciente interés, sus emociones no hacen caso a la
advertencia. Roshelle es adictiva y él quiere algo más que probarla.
El
espectro de los sueños y el soñador se encuentran en un curso de colisión hacia
el peligro, físicamente y del corazón.
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