Traicionada, aterrorizada y corriendo por su vida, un
intento desesperado por escapar de sus perseguidores envía a Marisa por el
borde de un cañón y cayendo en picado. Dejada a morir donde ha caído, recupera
la conciencia en una cueva con un guerrero que hace latir su corazón con el
sonido de un tambor antiguo, y cuyo toque posesivo y miradas acaloradas afirman
que es su compañera.
Ukiah se preocupa por ella. Hace el amor con ella. La
conquista con placer. Pero la decisión de salir de la cueva hace que Marisa
vuelva al peligro y al amante cuyo espíritu emprende el vuelo en la tormenta.
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