Jory Harcourt por fin está viviendo el sueño. Estar casado
con el Marshal de Estados Unidos, Sam Kage, lo ha cambiado, ha solucionado el
tumulto de su pasado y ha transformado a Jory de un hombre que abandona a la
primera señal de problemas, a un hombre que se queda y capeiza el temporal. Él
y Sam tienen dos hijos, una casa en los suburbios y un monovolumen genial. Los
días de Jory de ser un epicentro para el desastre han terminado. La vida
doméstica es buena.
Lo cual significa que es exactamente el momento adecuado
para una sacudida por la retaguardia. El ex de Sam aparece en un lugar
inesperado. Un asesino a sueldo sube a su balcón en una reunión familiar. Y,
tal vez, ambas cosas tengan algo que ver con un testigo que desapareció hace un
año. La dicha matrimonial acaba de recibir una patada en las pelotas, pero Jory
no permitirá que nadie le quite a su familia. Antes de saber cómo se sentía
tener un hogar, se habría fugado. Ya no. Sabe que él y Sam tienen que manejar
las cosas juntos, porque esa es la única forma en que van a salir adelante.
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