La Madre Naturaleza tiene una forma muy
peculiar de unir a parejas dispares. Pues, ¿qué podría ser más dispar que la
independiente hija del Presidente que no sabe cómo mantener la boca cerrada y
un solitario miembro de las Castas de los Coyotes hambriento de esa linda
boquita y que está dispuesto a hacer que pare de hablar?
La votación en el parlamento de las leyes
que gobiernen a las Castas está pendiendo de un hilo y el trabajo de Kiowa es
vigilar –pero no tocar– a Amanda, la hija del Presidente del Gobierno, hasta
que dicha votación se lleve a cabo. Pero cuando los malos entran en la casa de
Amanda, Kiowa se olvida del no tocar y la pone a salvo, aunque ella no se lo
quiere poner fácil y hará falta más que una cordial charla para hacerla ver
cómo son las cosas desde el punto de vista del coyote.
Para un hombre que no ha tenido nada,
Amanda Marion es el alimento que necesita su torturada y hambrienta alma, lo
que siempre ha soñado. Lo que siente por ella es mucho más que deseo, más que
amor, porque consigue insuflar vida en su endurecido corazón, derritiendo el
hielo que le ha protegido siempre, y llegando a partes de su alma que no creía
tener. Y matará a cualquiera que intente alejarla de su lado.
Pero la única persona con la que no puede
luchar es contra Amanda, y cuando llega el momento de dejarla ir...
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