Una vez
pensé que cuando encontrara la luz que había estado buscando en aquel largo y
oscuro túnel, me daría por fin el regalo al que me había estado aferrando.
Había
escudriñado el cielo nocturno sin alegría en busca de paz, una paz que sólo el
brillo de las estrellas podía conceder.
Y me había
esforzado por atrapar ese único copo de nieve mágico en medio de una aullante
tormenta de nieve.
Había
estado buscando. Desde siempre.
Pero no
sabía que el regalo era la siniestra oscuridad del túnel. ERA la reserva negra
de la noche más profunda y oscura lo que daría paz a mi alma caótica. Y ERA la
agitada ventisca más sombría la que estaba llena de magia.
Anderson
Cain ERA la oscuridad.
ERA la paz
negra de mi alma.
Y dentro
de la piscina furiosa de sus salvajes ojos verdes estaba la magia.
La magia
que me veía. Mi verdadera yo.
Se aseguró
de que yo también me viera. Toda yo. Me había dicho que me haría aceptar quién
era realmente.
Yo era
Kloe Grant. Y ahora… ahora soy la personificación de lo que él quería que
fuera.
Pero
cuando finalmente me dejé ir, y permití que la oscuridad me encontrara, ninguno
de los dos estaba preparado para lo que realmente era.
La muerte
misma.
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