Vintor
cruzó el universo para salvar a la raza humana, excepto que las cosas no
salieron según lo planeado. Se despertó y se encontró encarcelado en una fortaleza
humana, luchando contra las drogas que usaban para someterlo. Ahí es donde la
encontró, su enemiga y su única salvación.
Trabajar
para una rama secreta del gobierno había pasado factura a Maya, pero no había
salida, no si quería contener el Armagedón y proteger a todos los que amaba. La
bestia, un hombre rojo de una raza desconocida que apareció en su mesa de
operaciones, sólo resaltó lo que había luchado por reprimir, no podía pasar un
día más en este infierno viviente.
Cuando su
propia gente la sirvió como un cordero de sacrificio, Maya apretó los ojos
cerrados y esperó la liberación de la muerte, mientras el alienígena demoníaco
la inmovilizaba contra la pared. Nunca esperó encontrar la redención en los
brazos de un extraterrestre cautivo o un amor tan fuerte que estaba dispuesta a
enfrentarse al mundo para liberarlos a ambos. Perderse en el abrazo de su
guerrero fue una situación maravillosa.
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