Cuando dejas a un tipo, debería permanecer como tal. Eso
sonaba bien en teoría, pero la vida de Warren era un desastre complicado. No
sólo Ryan está obsesionado con Warren, sino que además Ash, un cantinero sexy
del club gay de la ciudad, se interesa demasiado por él. Warren está hasta la
coronilla de frustración. Cuando se enferma, son Ryan y Ash los que lo llevan a
la clínica, y ahora Warren se sorprende cuando le dicen que está embarazado, y
Ryan es el padre. ¡Caray!
Desafortunadamente, Warren sigue dejando entrar a Ryan y a
Ash en su vida, sin importar cuántas veces diga que no los volverá a ver. Dos
hombres con abdominales espartanos y miradas asesinas. ¿Cómo se supone que un
hombre se resista a eso? Dos hombres que quieren hacer un sándwich de Warren.
Desmayarse. Hasta que Warren descubre que Ryan es en parte vampiro y Ash es un
metamorfo, y que Ryan tiene un demonio tras él, empeñado en borrar a Ryan de la
existencia.
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