Atropellar a 'Bambi' y destrozar mi camioneta no era la
manera en que yo imaginé comenzar mis vacaciones. Por otra parte, tampoco lo
era empezarlas siendo rescatada por dos hombres magníficos. Nick Masters y
Dylan Thomas se abalanzaron para salvarme de la ruina. No fueron sólo los
caballeros en un brillante camión (en lugar de armadura), sino también unos
dominantes tan poderosos que despertaron a la sumisa escondida dentro de mí
haciéndola arrodillarse ante sus pies.
Para mi sorpresa, se ofrecieron a enseñarme los placeres de
la sumisión. Empujé abajo mis miedos y accedí a pasar una gloriosa semana de
placer bajo su mano, en el centro de su cruda pasión. Con cada orden y cada
toque, ellos desnudaron mi alma y me robaron el corazón. Con ellos, me sentí
como una hermosa (y algo pervertida) Cenicienta. Pero muy pronto, el reloj dio
la medianoche, y escapé Volviendo a mi vida mediocre, estaba decidida a
sobrevivir de alguna manera sin los maestros de mi deseo. Nunca me imaginé que
ambos viajarían unos cuantos cientos de kilómetros para darme caza.
¿Podría decir que sí cuando se ofrecieron a concederme algo
que para mí era mucho más hermoso que una zapatilla de cristal?
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