"La
práctica de la virtud conduce a una vida de odioso aburrimiento".
Eso
pensaba la joven condesa viuda Anna von Esslin, que se vio privada de sus
placeres eróticos cotidianos cuando tuvo que ir a vivir con unos parientes a
París. Sin aquellas oportunidades de experimentar el placer, la condesa
recurrió a las visitas a un burdel parisino, pero no como cliente. Para
conseguir la satisfacción que anhelaba, se hizo pasar por una de las muchachas
del establecimiento…
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