La vida de Paden no podría ser más
complicada, si lo intentaba. Michaya es su pareja. El problema es que el hombre
es un vampiro. No es que le importe, pero el rey de las hadas impone estrictas
leyes, y pagará un alto precio, si cede a sus deseos y permite que Michaya lo
reclame.
Michaya es implacable cuando se trata del
hada de bolsillo. Paden es suyo y el tratamiento de frialdad ha sido por
demasiado tiempo. Pero cuando un contrato cae en su regazo, se debate entre
perseguir a su pareja o derribar a un malicioso capo de la droga.
Cuando Ricardo Delgado convierte a
Michaya en un objetivo, el capo de la droga tiene algunos trucos propios, que
implican a Paden. No sólo este tiene que esquivar al Rey Oberon, sino que
Michaya tiene que impedir que su pareja se convierta en la próxima víctima de
Delgado.
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